Cuando comencé a leer sobre
feminismo, yo estaba en un momento de fuerte inestabilidad emocional y
psicológica debido a un trastorno de la conducta alimentaria.
Desde que entré en la
adolescencia y hasta hoy, he llevado conmigo una carga más que pesada. Hoy en
día cualquier neurodivergencia es una carga, y los trastornos alimenticios no
son una excepción.
Cuando comencé a ver la comida
como una enemiga, yo ni siquiera había cumplido los 15 años y no era consciente
de lo que ocurría realmente y cuando quise salir de ahí, ya era demasiado
tarde, estaba hasta el cuello de mierda; me pasaba prácticamente el día pensado
en lo que había comido o en lo que iba a comer, me pesaba constantemente y
evitaba comer delante de otra gente. Utilizaba la comida cuando me encontraba
mal emocionalmente y luego, debido a la gran culpabilidad que sentía por ello,
me “purgaba”. Al final llegue a un
punto en que cualquier cosa que comía, incluso una ensalada, me hacía sentir culpable
y me llevaba a “eliminarlo”.
Todo podría haber acabado mal
para mí, me estaba consumiendo y yo no sabía muy bien qué hacer. ¿Y los
médicos? Una mierda. Así de claro, no consiguieron hacer una mierda. Y no les
culpo directamente a ellos, el sistema de salud mental es bastante pésimo
actualmente.
Entonces empecé a leer sobre
feminismo. Al principio cosas muy sencillas, que nada tenían que ver con mi
enfermedad. Pero pronto comencé a darme cuenta de cosas como que, los cánones
de belleza que se nos imponen a las mujeres son casi imposibles (por no decir
imposibles) y altamente tóxicos. Y decidí que tenía que recuperarme. Empecé a
leer también sobre TCA’s y tratamientos (que no tuvieran que ver con medicación
o psiquiatras) y tras un esfuerzo casi sobrehumano comencé a recuperarme. Cada
vez comía más, y me sentía menos culpable. Físicamente no se me notó demasiado
(y aquí tengo que aclarar que soy una mujer que cumple los cánones de belleza,
y que asumo que tengo una serie de privilegios frente a mis compañeras no
normativas) pero psicológicamente ¡cada vez estaba mejor!
Pero cuando de verdad comencé a estar bien,
fue al pasar al activismo y conocer a otras mujeres que también habían pasado por experiencias muy dolorosas. Escucharlas,
así como aprender lo que es el feminismo más allá de los libros y artículos, me
ayudó muchísimo. Contar mi experiencia y no ser juzgada también fue algo
liberador.
Hace poco tiempo tuve de nuevo
una crisis y en mi cabeza se mezcló la culpabilidad, fruto del trastorno alimenticio,
con la culpabilidad que sentía por ser feminista y haber vuelto a “caer” en
esta enfermedad. Y este punto es algo muy importante. Soy feminista y sé lo
tóxicos que son los cánones de belleza, sé que las dietas están hechas, no para
“mejorar la salud de las mujeres” sino para dominarnos y hacernos más
dóciles, pero también soy una mujer con
un trastorno alimenticio que, aunque cada vez menos y con menos frecuencia,
siente terror por la comida.
Y aquí también tengo que
agradecer, no tanto al feminismo en general, sino a mis amigas y compañeras
feministas en particular, lo muchísimo que me han ayudado a eliminar esa
culpabilidad que me producía ser feminista y a la vez tener problemas con la
comida. Si algo he comprendido y asumido
en este tiempo es que los trastornos alimenticios son una mochila que llevas
siempre a tu espalda. A veces pesará mucho, pero otras será ligera y fácil de
manejar.
Para finalizar debo decir que los
trastornos alimenticios son enfermedades complicadas, en las que intervienen
muchos factores y que se manifiestan de distinta forma en cada persona, aunque
tengan un patrón común. Por eso sé que quizás el feminismo, que tanto me ha
ayudado a mí, no pueda ayudar a otras personas que padecen esta enfermedad.
Esto no quita para que desde el feminismo sea necesario trabajar estas
enfermedades, así como otras neurodivergencias y que se incluyan en nuestros
discursos a las enfermas mentales, tan olvidadas por el sistema y tan
infantilizadas por el patriarcado.
Estoy de acuerdo con todo en este post, eres una mujer muy fuerte.
ResponderEliminarPero quería matizar una cosa. También padezco un TCA, y si hay buenos tratamientos y no es algo con lo que tengas que cargar toda tu vida. Si durante un largo periodo de tiempo, ya que la recuperación es larga y costosa. Pero te puedes liberar de este trastorno para siempre si encuentras a los especialistas adecuados.
Un abrazo
Estoy de acuerdo con todo en este post, eres una mujer muy fuerte.
ResponderEliminarPero quería matizar una cosa. También padezco un TCA, y si hay buenos tratamientos y no es algo con lo que tengas que cargar toda tu vida. Si durante un largo periodo de tiempo, ya que la recuperación es larga y costosa. Pero te puedes liberar de este trastorno para siempre si encuentras a los especialistas adecuados.
Un abrazo