Seguro que habéis oído muchas veces eso de “los hombres también sufrimos violencia” y hoy venimos a hablar de eso. Venimos a decir que es verdad. Sí, como lo leéis. Los hombres sufren violencia. Pero maticemos antes de seguir.
La violencia es un conjunto de comportamientos deliberados que buscan herir física o psicológicamente a alguien. Hasta ahí todo claro, ¿verdad? Como decíamos, los hombres también padecen esto, aunque no en el modo que ellos mismos intentan argumentar.
Los hombres no heterosexuales sufren violencia por no ser heterosexuales, pero no por ser hombres.
Los hombres trans sufren violencia por ser trans, pero no por ser hombres.
Los hombres de color sufren violencia por no ser blancos, pero no por ser hombres.
Los hombres con diversidad funcional sufren violencia por su discapacidad, pero no por ser hombres.
Los hombres de clase trabajadora sufren violencia por ser trabajadores, pero no por ser hombres.
¿Veis la idea? Los hombres no sufren violencia sistemática por su género, sino por otras circunstancias que actualmente generan rechazo y odio. Cuando los hombres dicen que el patriarcado también les oprime porque no les dejan llorar o porque les llaman “nenazas”, deberían reflexionar sobre algo. Nosotras somos el insulto que os ofende. Eso que tanto os enfada es que os comparen con nosotras o, más bien, con los estereotipos en los que se nos intenta encajar, esta vez sí, por nuestro género. Y esos estereotipos también son violencia, una que nos hace tener problemas con la comida, que dispara los casos de depresión y otros tantos trastornos mentales, que nos hace sumisas ante los maltratadores porque nos dicen que nos lo merecemos y que somos débiles para enfrentarnos a ellos.
No decimos que vuestra vida sea un paseo por el campo, lo que decimos es que nuestro campo a veces parece más un campo de minas. Si no pisamos con cuidadito, algo puede estallar y hacer de nuestra vida un infierno. Así no es como queremos vivir. No queremos mirar por dónde pisamos y hacerlo flojito, queremos caminar con la cabeza bien alta y no tener miedo de esa calle que está tan mal iluminada y vacía. Queremos vivir, no sobrevivir
También queremos decir que sí hay un día internacional del hombre, el 19 de noviembre (lo hemos buscado en Google y por vuestro bien os pedimos que no hagáis lo mismo), y, en vez de tener una pataleta porque las feministas somos muy malas con vosotros, podríais aprovechar ese día para preocuparos de los hombres que hemos enumerado arriba y hacerles ver que tienen vuestro apoyo. Porque en realidad todos esos hombres maltratados y victimas de la violencia os importan un bledo. Sólo habláis de ellos cuando tenéis que desmontar los argumentos de una feminista y así de claro os decimos que no funciona. En todo este problema no hay que mirar solamente a quienes recibimos violencia, sino también a quién la genera. Y esto no falla: sea dirigida hacia mujeres o hacia hombres que sufren opresiones, los colectivos opresores son hegemónicamente masculinos.
Porque cuando hablamos de violencia hacia la mujer no hablamos de esos “enfermos mentales” que tienen un arrebato. Las personas con trastornos mentales nos merecemos un respeto mayor que esto, porque ellos no tienen ningún problema. Son hombres que tienen muy interiorizada su superioridad, aunque no lo digan claramente. No tienen que anunciar sus intenciones para ser machistas y maltratadores. Son hijos perfectamente sanos del patriarcado.