jueves, 23 de julio de 2015

Mis condilomas y mi ginecóloga



Ayer estuve en la ginecóloga porque me tenían que quitar unos condilomas. ¿Cómo me los han quitado? No lo sé, la ginecóloga no me lo ha querido decir.

Estaba muy nerviosa, llevaba ya tiempo con dos de ellos y no se me iban. Sé que lo que me tendría que hacer es una mierda, sé que no es difícil y que es bastante normal, pero no soy amiga de los hospitales. Había tenido ya otros dos antes, pero estos me estaban durando mucho. Para quienes no lo sepáis, un condiloma es una verruga genital, es una ITS. No son grandes, no dan asco (como parece al oírlo), casi no se ven y los pueden confundir perfectamente con el granito de un pelo enquistado.
Quería que me los quitaran ya porque pensaba que sería con nitrógeno líquido: rápido y sin dolor. Nada más entrar a la consulta pedí que me los quitara con nitrógeno pero inmediatamente me dijo que no, que si la crema no me los está quitando, el nitrógeno líquido tampoco me los quitará.

-Así que vete sentándote.
Yo ya pasé más adentro, me quité los pantalones y las bragas y seguía hablando con mi ginecóloga sin sentarme. Ahora que lo pienso, estaba tan nerviosa que dejé toda la ropa por el suelo, se me olvidó colgarla.

-Pero, ¿cómo me lo vas a hacer? ¿Me vas a poner anestesia?

-Sí, sí, para que estés bien dormidita y no te enteres de nada.
Esto era mentira. Me estaba vacilando. Nada más sentarme y acercarse ella, me dice que no son dos, que son cuatro. Me lo creo perfectamente porque esas mierdas son minúsculas y si no las estás buscando no las ves, además de que se reproducen muy rápido y es muy normal que te vuelvan a salir.
Le pregunto qué me va a hacer, que cómo me los va a quitar, y me responde que me tranquilice. Eso es todo. Yo necesitaba saber más porque ella ya estaba sacando un bote de alcohol, otro de betadine y buscando herramientas de metal. Yo le pregunté varias veces que si me iba a poner anestesia. “Relájate, eh, por favor”. Me da un bote cilíndrico naranja de plástico con un hierro pequeño dentro con la punta blanca y me dice que cada vez que se lo pida se lo dé. Le pregunto definitivamente que si me va a doler y solo me contesta que sentiré una presión y luego escozor. Un “no” o un “un poquito, pero se aguanta” o “lo vas a sentir pero podrás perfectamente” habría sido mucho más tranquilizador.
Pues allá fue ella. No tengo ni idea de qué me hizo, solo sentí algo parecido a como si me estuvieran arrancando un trozo de mí (cuatro, de hecho). Primero me apretaba y luego dolía. Me imaginaba algo parecido a hacerme un agujero en la piel con el utensilio ese de sacar helados y darles forma de bola; pero solo por la sensación, no creo que fuese nada parecido.  Cada vez que me quitaba uno después me pedía el otro palito que yo tenía en las manos, el cual me ponía en donde me acababa de quitar cada condiloma (supongo, porque ni la veía ni me decía qué hacía), y eso me escocía, era como muchas agujitas finísimas clavándose a la vez. O igual era mucho frío o algún líquido que me quemase; la verdad es que no lo sé. Cuando me lo puso la primera vez debí moverme mucho y me dijo que casi no me había tocado, que me tranquilizase. Claro, yo no me esperaba esa sensación, cómo no me iba a mover.

Al acabar me dejó vestirme y me dijo que en veinte días volviera a verla, que me daría los resultados. No sé qué resultados, no sé qué van a analizarme, no sé qué puedo tener, pero solo puedo pensar en VPH y cáncer de cérvix, porque durante las últimas consultas me ha insistido mucho en que me vacune. De hecho le dije que me daba un poco de miedo la vacuna, con tantos casos de tías que han tenido reacciones adversas por ella. La verdad es que eso le da igual a mi ginecóloga, cuando se lo comenté solo me dio un par de panfletitos: uno sobre el cáncer de cérvix y otro sobre las maravillas de esa vacuna.

-No ha sido para tanto, ¿verdad? Date betadine… y luego Aldara…. tantos días….

No, no fue tan horrible ni dolió tanto, por supuesto, pero no sabía qué estaba pasando ni podía reconocer sensaciones familiares ni la situación con ella me estaba dejando tranquila, además de que mi ginecóloga tampoco hacía mucho esfuerzo por ello.  Yo pedía que me dijese qué me iba a hacer, quería saber si tendría anestesia, quería saber cuánto dolería y no obtuve ninguna respuesta a nada.


Me estaba bajando la tensión de los nervios ahora que ya había acabado. No tengo ni idea de qué me dijo al acabar, empezaba a ver negro y dejé de escucharla, pero cuando salí de la consulta me mareaba demasiado, así que me tocó pasar los veinte minutos de rigor sentada en bordillo afuera de la consulta, por si acaso.

Valérie.





Las opiniones que se publican no tienen por qué corresponderse con la de nuestra asamblea, pero vemos fundamental que podamos tener un espacio en el que expresarnos. Gracias por querer compartir con nosotras vuestras inquietudes y dar vida con ello a este blog, que tan sólo pretende acercar el feminismo y luchar contra el patriarcado.






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