Hoy definimos un concepto que podemos calificar ante todo como práctico y útil: la copa menstrual.
Se trata de un recipiente, normalmente de silicona
médica, -aunque también las hay de caucho-, que se introduce en la vagina para
recoger la sangre menstrual.
Es un método reutilizable, más ecológico y
saludable que las compresas y tampones desechables: al estar fabricadas en
silicona médica, las reacciones alérgicas son prácticamente imposibles,
respetan la flora vaginal, dificultando las infecciones y la aparición de
hongos, y además no generan riesgo de síndrome del shock tóxico.
Son cómodas e higiénicas, pueden usarse mientras
se hace deporte, dentro del agua, para dormir... Los únicos requisitos de
mantenimiento son vaciarla al menos cada 12 horas, enjuagándola con agua tibia
y/o agua y jabón, y esterilizarla (mediante el hervido en agua) al principio y
al final de cada regla.
Las hay de varias marcas, tamaños y modelos, que
varían en función del tamaño de la vagina y la cantidad de flujo menstrual. Bien
cuidadas, pueden durar hasta 10 años, por lo que también resultan más
económicas que los productos habituales de “higiene femenina”.
Historia:
Las primeras copas menstruales se desarrollaron en
el siglo XIX, pero, debido al escaso conocimiento de la anatomía vaginal,
parecían más bien un instrumento de tortura: con un aro metálico que se
ajustaba a la cadera, y un alambre que unía la copa con dicho aro (pues
pensaban que, de lo contrario, la copa se resbalaría fuera de la vagina). Menos
mal que hemos avanzado un poco, y ahora sabemos que los músculos vaginales son
perfectamente capaces de sostenerla en su sitio sin tanta ingeniería...
En los años 30' del siglo XX, se empiezan a
producir industrialmente, después de ser patentada en 1932 por una mujer: Leona
W. Chalmers.
Durante los años 40', se comercializó de forma
masiva un modelo fabricado en caucho llamado Tass-ette, cuyo fabricante sigue
existiendo y fabricando copas de caucho.
Sin embargo, en el pasado fracasó fundamentalmente
por dos motivos: social (relacionado con el tabú de los genitales “femeninos” y
la autoexploración), y económico (a nivel industrial capitalista, una mujer que
gasta una caja de tampax o compresas cada mes es mucho más rentable que una que
compra una copa de silicona cada 5 o 10 años).
A principios de los 2000 empezaron a fabricarse de
silicona médica, haciéndola resurgir con fuerza. Actualmente hay varias marcas
que las fabrican, siendo posible elegir tamaño, dureza del material, e incluso
color.
Cómo elegir tu copa:
La pagina web crianza natural ofrece la
siguiente comparativa de las copas en el mercado:
Se trata de un dispositivo ecológico y respetuoso
con el cuerpo que, además, a la larga sale barato, así que te recomendamos un
poco de paciencia: puede que no encuentres tu copa ideal a la primera: puede
que calcules mal la talla, o que sea demasiado rígida, o demasiado blanda, o
que su forma la haga un poco difícil de limpiar. ¡¡No te rindas a la primera!!
Encontrarás la que te ajuste perfectamente, más pronto que tarde.
Quien escribe estas líneas probó tres antes de
encontrar la suya: mooncup (demasiado rígida), naturcup (difícil de limpiar) y,
finalmente, femicup (perfecta!). Pero cada vagina es diferente, esto es sólo lo
que me ha funcionado a mi, y tu caso puede ser totalmente distinto. También es
posible que necesites recortar el tirador para que no te resulte molesto (no
pasa nada, cuando le cojas el truco ni siquiera necesitarás tirador,
probablemente).
Otra dificultad inicial que puedes encontrarte, es
que requiere algo más de manipulación que un tampón. Hay quien recomienda
probar a colocarla antes de que te baje la regla, para coger práctica (y usar
un poco de lubricante si es necesario). En mi caso no fue necesario, pero si
tienes tendencia a apretar los músculos vaginales cuando te pones un tampón o
estás nerviosa, puede que sea buena idea, para hacerlo sin presión, y sobre
todo...sin prisa!! Tienes al menos 5 años para amortizarla, no te agobies.
Otro buen consejo es ponerte un salvaslip por si
acaso, las primeras veces que te pongas la copa (si no hace bien el “vacío”,
puede que se escape algo de sangre y te manches), o probar primero en casa.
Todo esto contando con que, si te interesa la copa menstrual, probablemente no
seas free bleeder, y no te resulte agradable la idea de llevar una mancha de
sangre en el pantalón por ahí.
Si eres free bleeder y aún así te interesa esto,
fantástico (toda la admiración de la que está detrás del teclado), pero puede
que este paso te resulte irrelevante ;)
Por último, algunos trucos para si tienes que
vaciarla fuera de casa:
Es probable que no tengas que hacerlo, dependiendo
de la copa que elijas y de la abundancia del sangrado, sin embargo, si pasas
todo el día fuera de casa, casi seguro que tendrás que hacerlo en algún
momento.
Si el baño al que tienes acceso tiene lavabo
dentro, perfecto: como en tu casa. Simplemente extráela, vacíala en el interior
del inodoro, enjuágala con agua (o lávala con agua y jabón si tienes disponible
y quieres), y vuélvela a introducir.
Si el baño que sueles usar (oficina, escuela...)
tiene cubículos y uno o varios lavabos fuera, tienes varias opciones (a parte
de salir con ella en la mano y enjuagarla):
·
Vacíala,
límpiala con un poco de papel higiénico, y vuélvetela a poner. Cuando llegues a
casa ya la limpiarás bien.
·
Lleva una
botellita de agua en el bolso o mochila, y enjuágala con ese agua, sobre el
inodoro. Vuélvetela a poner
·
Compra dos
copas (no hagas esto hasta que no encuentres TU copa), lleva una limpia en una
bolsita zip o en la propia bolsa que suelen traer. Cuando te quites la usada,
envuélvela en papel higiénico y guárdala en una bolsa zip. Te pones la limpia,
y listo. Cuando llegues a casa, o tengas disponible un sitio donde lavarla,
lavas bien la otra, y lista para volverla a usar. Puede que si pasa muchas
horas guardada antes de limpiarla sea recomendable cocerla otra vez, por si
acaso.
Si la vacías muchas veces al día, no es
recomendable enjabonarla cada vez (por la misma razón que no es bueno ducharse
muchas veces al día: el lavado y la exposición al jabón deterioran la
protección natural de la piel y las mucosas, favoreciendo las infecciones).
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